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El planeta de los simios: Nuevo reino, Wes Ball intenta seguir los pasos dejados por Matt Reeves en las dos últimas entregas, de la trilogía que ha servido como reinicio en la popular franquicia sobre monos en el presente siglo y, además, busca ampliar los horizontes narrativos para expandir el universo establecido por el icónico César. Me atrevo a decir, con toda seguridad, que es una secuela en la que Ball expande la saga de los primates por áreas insospechadas que a menudo gozan de cierta proeza por la parte visual, pero en la superficie su trama frecuenta lugares comunes que convierten la aventura de ciencia-ficción en un evento predecible y redundante, en dos horas y media innecesariamente largas que bien pudieron ser recortadas en la sala de montaje. Su argumento, situado varias décadas después de los acontecimientos de
La guerra del planeta de los simios, narra en esta ocasión la odisea de Noa, el joven chimpancé de un clan practicante de cetrería que, luego de recolectar huevos de águila salvaje junto a sus amigos como ritual de iniciación, sobrevive al ataque de un grupo de simios con armas eléctricas y se dispone a rescatar a los miembros secuestrados de su clan junto a un orangután sabio y una humana que se hace llamar Nova. En términos generales, el calvario de este mono me resulta interesante, al menos al principio, por la manera en que se amplía con interrogantes que lo muestran como un chimpancé curioso, valiente, motivado para ayudar a su gente mientras abandona los miedos internos y descubre el valor de independizarse como símbolo del tránsito a la madurez, descubriendo el pasado de su especie a medida que dialoga con el orangután asceta y la chica inteligente que tiene otra agenda. Pero me temo que, a lo largo del trayecto, los personajes comienzan a mostrar ciertas lagunas de desarrollo y, dentro de sus debilidades, sus acciones se reducen a una serie de diálogos que solo tienen la funcionalidad axiomática de rellenar el metraje con descripciones nimias y extender las escenas por zonas pobladas de clichés que anticipo con facilidad cuando se distribuyen entre los esfuerzos del chimpancé determinado que quiere salvar a su familia; las intenciones de la humana sinuosa que coopera con los primates buenos de recuperar una tarjeta satelital para restablecer las comunicaciones en su asentamiento humano; el ejército comandado por el general gorila que hostiga a los inocentes por órdenes de su amo; los discursos del primate tiránico que esclaviza a varios clanes de simios en un muelle abandonado con el fin de abrir la bóveda de una vieja instalación militar. En las secuencias de acción, observo que hay cierta gratuidad en las situaciones que se resuelven con las vías fáciles, donde el protagonista atraviesa dificultades que soluciona con las fórmulas básicas de los manuales del género que separa la delgada línea moral entre los héroes y los villanos más estereotipados. Y el discurso sobre la confraternidad, el poder, la resistencia y el conocimiento compartido se anula a sí mismo con la irrupción de los subtextos que responden al empoderamiento femenino y a las modas feministas de la actualidad (donde ya la figura femenina es solo recurso pretencioso de escape que sirve como fuente de fortaleza para los débiles). El mayor punto de solvencia se encuentra, supongo, en los efectos especiales que renderizan con autenticidad el escenario postapocalíptico a través de las panorámicas y las texturas de unos primates hiperrealistas que se ven demasiado reales para mis ojos, además de la banda sonora que magnifica con su orquesta el tono heroico de la aventura. Todo lo otro, propiamente dicho, carece de la espectacularidad de las tres predecesoras.
Ficha técnica
Título original: Kingdom of the Planet of the Apes
Año: 2024
Duración: 2 hr. 25 min.
País: Estados Unidos
Director: Wes Ball
Guion: Josh Friedman, Rick Jaffa, Amanda Silver, Patrick Aison
Música: John Paesano
Fotografía: Gyula Pados
Reparto: Owen Teague, Freya Allan, Peter Macon, Kevin Durand
Calificación: 6/10
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