Crítica de la película «La otra cara de la Luna» (2024)

La otra cara de la Luna
La otra cara de la luna es una película de Greg Berlanti que, inesperadamente, trae de regreso las fórmulas habituales de la comedia romántica que habían desaparecido de Hollywood por las modas actuales y, además, presenta su historia sobre aquella vieja teoría de conspiración que dice que el alunizaje del Apolo 11 fue completamente falso. Su premisa sobre el alunizaje impostado se beneficia a menudo de una química palpable entre Scarlett Johansson y Channing Tatum, pero su ritmo accidentado tropieza en lugares comunes que suspenden la comedia romántica en situaciones predecibles que necesitan algo de impulso para escapar de las ecuaciones convencionales. Su trama se ambienta a finales de los 60 y sigue la travesía de Kelly Jones, una ejecutiva de relaciones públicas que es contratada por el gobierno estadounidense de Nixon para renovar la oficina de asuntos públicos de la NASA y salvaguardar la imagen patriótica que representa la misión del Apolo 11 en la carrera por llegar a la Luna; mientras además establece una relación afectiva con el director de lanzamiento y utiliza sus habilidades de marketing para darle un lavado de marca al programa espacial a través de los patrocinios corporativos. En términos generales, la narrativa despierta mi interés desde las escenas en las que la protagonista tiene la idea transmitir el alunizaje y es además obligada por el agente gubernamental a grabar un falso alunizaje en el estudio de un almacén de la NASA para ser transmitido en caso de que el alunizaje real fracase. No obstante, siento que el asunto se estira más allá de lo necesario cuando ensambla las piezas de su ucronía conspiranoica sobre una inercia que parece repetir las acciones de los personajes entre los coloquios de la misión, los planes mercadológicos y el romance entre los amantes que se enamoran bajo la luz de la luna. Siento que los personajes rellenan escenas artificiosas, y su desarrollo se limita a unos cuantos diálogos que funcionan para describir motivaciones apresuradas, desde una superficie blanda en la que todo está montado con cierta gratuidad. El humor es, de igual forma, un poco tibio. El abanico de obviedades es utilizado por Berlanti para puntualizar, desde una óptica liberal, un comentario sobre el empoderamiento femenino y el encubrimiento burocrático, entendido como el dilema ético-moral de una mujer empoderada que emplea su astucia para burlar las artimañas de una élite burocrática del gobierno conservador que prefiere mentirle al pueblo para fabricar verdades que protejan los intereses nacionales. Pero al margen de lo que dice su discurso sobre las políticas republicanas, valoro la simbiosis que hay entre Johansson y Tatum. La primera interpreta a una rubia intrépida, carismática, elegante, que usa su verborrea como publicista para ejercer su liderazgo en una oficina dominada mayormente por hombres con camisa blanca de manga corta, donde su ingenio es el eje crucial para la operación exitosa de transmisión. El segundo interpreta a un hombre exigente, terco, afectado por la culpa, que le teme al fracaso por la tragedia del Apolo 1 y custodia la transparencia de la misión del Apolo 11 mientras se enamora de la rubia de platino. Los dos se integran en una puesta en escena que alcanza un grado notable de solidez en el vestuario y el diseño de producción que capta con autenticidad las instalaciones de la NASA en la década de los 60. Pero, desafortunadamente, estos elementos integrados no pueden evitar que se desplome por las vías fáciles de la reconstrucción histórica para estudiantes de secundaria. Me parece, dicho sea de paso, una comedia romántica algo regular.

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Ficha técnica
Título original: Fly Me to the Moon
Año: 2024
Duración: 2 hr. 12 min.
País: Estados Unidos
Director: Greg Berlanti
Guion: Rose Gilroy
Música: Daniel Pemberton
Fotografía: Dariusz Wolski
Reparto: Scarlett Johansson, Channing Tatum, Woody Harrelson, Jim Rash, Ray Romano
Calificación: 6/10



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