Crítica de la película «La sala de los suicidas» (2011)

La sala de los suicidas
La sala de los suicidas es una película polaca que supone el debut como director de Jan Komasa y, además, se sumerge en el tópico delicado del suicidio para esquematizar un discurso sobre el impacto de la internet en la vida de los jóvenes. Se puede decir que, por momentos, su premisa tiene algo de sustancia cuando transcribe su comentario social sobre la identidad y los efectos de la alienación digital en una juventud aislada de la realidad, pero a menudo transita por zonas repetitivas que le quitan todo el suspenso dramático, donde a pesar de la actuación de Jakub Gierszał siento que el asunto se estira innecesariamente en su registro de obviedades. En la trama Gierszał asume el papel de Dominik Santorski, un adolescente solitario y sobreprotegido por sus adinerados padres que, luego de ser víctima de acoso en las redes sociales por una broma homofóbica de sus amigos de la escuela, se encierra en su cuarto para permanecer frente a la computadora portátil, mientras se adentra en el turbio mundo de los chats en línea para compartir videos de autolesiones y, ante todo, conoce en un videojuego a una chica suicida que se llama Sylwia. La narrativa de este personaje me resulta de inmediato algo cautivante por la manera en que es mostrado como un joven que, poco a poco, se aísla de la sociedad por la chica fatal detrás de la pantalla que lo seduce hasta caer en una habitación de miedo, dolor y rebeldía, como si se tratara de la versión polaca del síndrome hikikomori en la que él permanece encerrado para lidiar con los demonios del exterior. Detrás del rasgo psicopatológico del protagonista, Komasa construye a través de las escenas un texto sobre la alienación tecnológica que se entiende como la pérdida de identidad de un individuo relativamente joven, absorbido por la ansiedad y las dudas, que se refugia en la realidad virtual para hallar la felicidad que se niega encontrar en el mundo real, quedando desmaterializado de su propio cuerpo por la adicción a la internet que, entre otras cosas, lo condena a un dominio irreal que despoja su esencia y la sustituye por un doble ficticio. En este sentido, la interpretación de Gierszał tiene algo autenticidad cuando ejerce su expresividad para ponerse en la piel de un joven emo que se destruye a sí mismo al conectarse a la internet para mantener una relación a distancia con una desconocida que lo induce al suicidio. Roma Gasiorowska también tiene un rol secundario notable como la chica virtual que gobierna el cuarto de los suicidas y busca, literalmente, morirse al hallar a un amor que le quite su deseo de tomar pastillas. Komasa los encuadra en una puesta en escena que amplía el espectro psicológico del protagonista a través de herramientas estéticas como el plano subjetivo, el primer plano, el desencuadre, el sobreencuadre, los segmentos de animación generados por ordenador, la banda sonora cargada de música electrónica y las atmósferas sombrías que agregan un filtro que capta con fidelidad el lado frío que ilumina el relato. El leitmotiv del "Concierto para piano n. º 23" de Mozart, de igual forma, añade cierta melancolía al ambiente sonoro. El problema fundamental, no obstante, es que ninguno de estos elementos ayuda a disminuir ese aparato de redundancia que traslada la narración a un camino sin ritmo que, propiamente dicho, parece repetirse sobre su eje en la segunda mitad, donde la histeria melodramática banaliza los temas serios que toca desde la superficie del guion. Cuando esto sucede, me deja de importar cada una de las escenas que se distribuyen entre el aislamiento voluntario del joven encarcelado en los dominios virtuales; las discusiones entre los padres irresponsables que conforman el núcleo de una familia disfuncional; los diálogos pesimistas de la chica del pelo rosado que anhela fallecer por sobredosis. Se trata, sin temor a equivocarme, de una ópera prima algo regular del director de Hater

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Ficha técnica
Título original: Suicide Room (Sala samobójców)
Año: 2011
Duración: 1 hr. 50 min.
País: Polonia
Director: Jan Komasa
Guion: Jan Komasa
Música: Michal Jacaszek
Fotografía: Radosław Ładczuk
Reparto: Jakub Gierszal, Roma Gasiorowska, Agata Kulesza, Krzysztof Pieczynski
Calificación: 6/10



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