Life es una película de Daniel Espinosa que yo, inoportunamente, no pude ver en el momento de su estreno ocurrido hace ya siete años atrás, motivado quizás por otras ofertas que cubrían los estrenos semanales del saturado 2017. Sin embargo, ahora que he consumido su metraje, me acerco a la idea de que los guionistas Rhett Reese y Paul Wernick escribieron su guion a partir de un montón de clichés reciclados de otras franquicias similares, en un intento de pasar por la factura segura de las fórmulas que agrada a los ejecutivos del estudio para aprobar sus disparates. A pesar de los apuntes visuales que se acentúan con autenticidad en los espacios herméticos, no me parece otra cosa que una película aburrida y predecible de ciencia-ficción, que rápidamente abandona su potencial para permanecer como prisionera en una zona de confort que a menudo recicla conceptos previamente explotados por
Alien (Scott, 1979) y
Gravedad (Cuarón, 2013), donde la falta de originalidad se evidencia desde el minuto uno. Su trama se sitúa en la Estación Espacial Internacional en un futuro cercano y sigue la investigación de un grupo de astronautas que, por medio de la exobiología avanzada, examinan la muestra de un organismo extraterrestre recuperado de una sonda espacial no tripulada que regresa de Marte. El asunto de estos astronautas me atrapa de inmediato y levanta mis expectativas cuando discuten a puerta cerrada el experimento de la extraña criatura que despierta del letargo. Todo esto, no obstante, deja de interesarme cuando la narrativa se desvía por los atajos facilones y suspende el desarrollo de los personajes en una inercia de situaciones apresuradas que rellena el vacío a través de las descripciones frías de los estereotipos del género como el científico apasionado, el héroe sacrificado, el ingeniero cínico, la doctora oficial, la comandante de la misión; mientras luchan por sobrevivir en una cárcel de aluminio en la que utilizan sus destrezas científicas para eliminar la amenaza que supone el alienígena hostil llamado Calvin. Las escenas están demasiado calculadas sobre la ecuación híbrida entre el terror y la ciencia ficción, sin ninguna posibilidad de ofrecer algo atrapante más allá de los sobresaltos baratos y de las muertes gratuitas de último minuto. En pocas palabras, se echa de menos algo de tensión en su premisa de terror espacial. El patrón repetitivo de giros diluye cualquier sensación de sorpresa. Los personajes son planos, estereotipados, carentes de motivaciones que añadan algo de complejidad a esos modelos descriptivos que se esconden en sus diálogos y en la presunta incertidumbre de los peligros que enfrentan. El elenco estelar que incluye a Jake Gyllenhaal, Rebecca Ferguson y Ryan Reynolds se siente desperdiciado, a pesar de que son ligeramente auténticos describiendo los temores de sus personajes. Por añadidura, solo destaco la pericia física que demuestran todos ellos cuando se desplazan por la nave suspendidos en gravedad cero. De igual modo, encuentro algo de credibilidad por el lado visual que captura la atmósfera claustrofóbica de los decorados interiores de la nave, así como los efectos especiales que renderizan por ordenador la oscuridad del espacio exterior, aunque hay una clara ausencia de creatividad en el diseño de la criatura alienígena que parece sacada del mar. El sonido por lo menos funciona dentro de sus limitaciones. Pero la integración de estos elementos, desgraciadamente, no compensa las deficiencias narrativas. Espinosa adopta un enfoque genérico que, en resumidas cuentas, termina siendo una experiencia que olvido tan pronto como inician los créditos.
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Ficha técnica
Título original: Life
Año: 2017
Duración: 1 hr. 44 min.
País: Estados Unidos
Director: Daniel Espinosa
Guion: Rhett Reese, Paul Wernick
Música: Jon Ekstrand
Fotografía: Seamus McGarvey
Reparto: Jake Gyllenhaal, Rebecca Ferguson, Ryan Reynolds, Hiroyuki Sanada, Ariyon Bakare, Olga Dihovichnaya
Calificación: 5/10
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