Crítica de la película «Gigoló americano» (1980)

Gigoló americano
En Gigoló americano, observo que Paul Schrader emplea de nuevo su poética del derrotista estadounidense, supongo, para interrogar el inframundo poco explotado de los escorts masculinos que proveen servicios sexuales a las mujeres a cambio de dinero. En el momento de su estreno, fue la tercera cinta de Schrader como director y su éxito moderado en la taquilla supuso, además, el ascenso de Richard Gere como estrella emergente de Hollywood durante los años 80. Tras pasar cerca de dos horas consumiendo sus imágenes, no me atrevo a decir que ha envejecido como producto del cine comercial ochentero, sobre todo porque este primer y último visionado que le doy ocurre a más de 40 años de haberse estrenado. No obstante, razono lo suficiente como para saber que es un thriller de Schrader que tiene un arranque interesante, a menudo elevado por cierto aire de sofisticación que le inyecta la presencia de Gere como el gigoló en apuros, pero su apuesta carece de pulso, y muchas veces permanece estancada en un epicentro vacuo de sexo, mentiras y asesinato, sin llegar nunca a impactarme con su trama policial de último minuto. La trama sigue a un gigoló llamado Julian Kay, un hombre elegante que frecuenta los hoteles lujosos de la ciudad de Los Ángeles para ofrecer sus servicios sexuales a la clientela de mujeres de la alta sociedad que desean probar la lujuria fuera de las cláusulas matrimoniales; mientras establece una relación cercana con una mujer francesa y, asimismo, se convierte en el principal sospechoso del caso de asesinato de una mujer que previamente había contratado su menú de sadomasoquismo. En términos generales, el asunto de este profesional me interesa, por lo menos, en las primeras escenas en que Schrader lo muestra como un hombre misterioso que se esconde en una imagen falsificada de sí mismo para vender su cuerpo y recurre a un comportamiento sexual compulsivo para construir su identidad sobre la base de un placer erótico que, dicho de otro modo, lo ayuda a llenar el vacío existencial que cubre su profesión y el anhelo de trepar en una esfera social a la que no pertenece. Sin embargo, pasada la media hora me asalta la sensación de que no va a ningún lado porque, entre otras cosas, las acciones del personaje se mantienen sujetas a una serie de situaciones redundantes que nunca le permiten salir de los coqueteos calculados con las clientas potenciales; los encuentros sexuales en los que folla en la cama con la femme fatale rubia; las trampas colocadas por los secuaces de un político corrupto; la investigación de los policías que lo tienen en la mira; la paranoia para limpiar su nombre por el crimen que no cometió. Esta redundancia coloca la trama en piloto automático, hasta que a medio camino pierde todo el combustible y solo quedan las marcas de una repetición inane del personaje que visita los mismos lugares sin un rumbo definido. Dentro de las limitaciones, Gere me resulta creíble cuando ejerce su expresividad contenida para interpretar a Julian como un hombre carismático, sofisticado, preocupado por su estilo de vida como si fuese un personaje escrito por Bret Easton Ellis, que antes de ser incriminado disfruta el trabajo de satisfacer a mujeres ricas para amplificar los vicios que lo aprisionan en la vorágine materialista de ropa, lujo y automóviles Mercedes-Benz; oficio que ejerce además para olvidar las experiencias traumáticas del pasado posiblemente gay. La química que él tiene con Lauren Hutton me parece sumamente artificiosa, con la fragancia típica de un melodrama cutre de telenovela. Solo rescato, en resumen, algunos apuntes visuales empleados por Schrader para dimensionar la psicología alienada del protagonista, así como el uso del sencillo "Call Me" de Blondie como leitmotiv. Todo lo demás, dentro de sus obviedades narrativas, es un refrito aburrido, como si fuera un anuncio de dos horas de Men's Health. 

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Ficha técnica
Título original: American Gigolo
Año: 1980
Duración: 1 hr. 57 min.
País: Estados Unidos
Director: Paul Schrader
Guion: Paul Schrader
Música: Giorgio Moroder
Fotografía: John Bailey
Reparto: Richard Gere, Lauren Hutton, Hector Elizondo, Bill Duke
Calificación: 5/10



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