Crítica de la película «Harakiri» (1962)

Harakiri
Tras pasar algunos años sin estudiar la filmografía de Masaki Kobayashi, siendo la formidable Rebelión samurái la última que recuerdo haber visto, consumo con cierta calma las imágenes que ofrece Harakiri, una de las películas más conocidas de su catálogo que llega hasta mí en una edición remasterizada gracias a algún buen samaritano. Y lo que observo en más de dos horas me obliga a razonar lo suficiente como para saber que no se trata de uno de los grandes títulos del cine chambara porque se estira un poquito, aunque la coloco con facilidad al lado de otras de notable envergadura como Sanjuro (Kurosawa, 1962) y El samurái asesino (Okamoto, 1965). Desde el inicio, Kobayashi establece su firma estética y mantiene el equilibrio de una narración tensa y trágica para interrogar el honor, la valentía y la hipocresía de un sistema feudal de poder burocrático; con una actuación bastante orgánica de Tatsuya Nakadai que me lleva a pensar por momentos que es una de las mejores de su carrera. El argumento se desarrolla en el contexto histórico situado dos décadas después de la batalla de Sekigahara, donde muchos de los samuráis derrotados que servían a los señores de la guerra se convirtieron en rōnin (samurái sin amo) y cayeron en la pobreza más abyecta debido al período de paz establecido por el shogunato de la era Tokugawa. El protagonista es Hanshirō Tsugumo, un rōnin empobrecido que, ante la imposibilidad de vivir dignamente, llega a la residencia de un señor feudal del clan Iyi para solicitar cometer el harakiri, un ritual de suicidio dentro del antiguo código de los samuráis. En términos estructurales, la narrativa empleada aquí por Kobayashi me atrapa de inmediato por la manera en que construye el relato sobre los diálogos densos y un uso inusual de la analepsis que se manifiesta, dicho sea de paso, en las escenas en que cada uno de los personajes que ejercen la función de narrar, el rōnin y el consejero del daimyō, ofrecen una versión distinta de los hechos acontecidos previo al encuentro, de otro joven rōnin que había cometido seppuku en el mismo lugar con una espada de bambú. La carga dialógica de las conversaciones evoca sobre mí una sensación de sospecha cercana a lo que uno siente cuando va a suceder algún incidente, sobre todo porque descompone la imagen idealizada que suele habitar el cine de samuráis y muestra, entre otras cosas, a un rōnin que emplea el don de la palabra para desafiar la autoridad, instaurada por un régimen corrompido donde el código de honor de las tradiciones ancestrales se ha vuelto solo un instrumento de poder y control de una élite que fabrica verdades para mantener su presunta integridad. En este sentido, la interpretación de Nakadai me resulta sumamente creíble cuando ejerce su registro expresivo para capturar, con la mirada y los gestos, la lucha interna de un guerrero valiente que, motivado por la ética de vengar la humillación de sus parientes fallecidos, desafía la autoridad para desenmascarar la podredumbre militar de las rígidas estructuras feudales y las falsas apariencias que se esconden detrás de los rituales simbólicos, mostrando una profunda humanidad en un sitio donde la vida humana parece haber perdido su valor y solo la reputación es sinónimo de moralidad. Con esta actuación, junto a todo el reparto de secundarios, Kobayashi monta sobre la puesta en escena una serie de propiedades formales que subrayan la psicología de los personajes a través de herramientas estilísticas como el primer plano, el desencuadre, el sobreencuadre, la elipsis, los sutiles movimientos de cámara con el encuadre móvil y, ante todo, el uso proxémico del espacio que aprovecha su geometría precisa para dimensionar las acciones inesperadas con cierta poesía visual. Todos estos elementos, junto a la música folclórica compuesta por Toru Takemitsu, se integran con consistencia en la narración y, además, me dejan reflexionando sobre la justicia y la naturaleza del honor que puede ser distorsionada para justificar la crueldad.

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Ficha técnica
Título original: Harakiri (Seppuku)
Año: 1962
Duración: 2 hr. 13 min.
País: Japón
Director: Masaki Kobayashi
Guion: Shinobu Hashimoto
Música: Tôru Takemitsu
Fotografía: Yoshio Miyajima
Reparto: Tatsuya Nakadai, Rentarô Mikuni, Akira Ishihama, Shima Iwashita, Tetsurô Tanba
Calificación: 7/10





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