Stella Dallas es una película de King Vidor que ha sido elogiada durante décadas por su retrato de una madre abnegada que sacrifica todo por su hija, siendo esta la segunda adaptación al cine de la obra de Olive Higgins Prouty. No obstante, lo que veo en menos de dos horas me obliga a colocarme del lado de los rebeldes que piensan que no se trata de gran cosa. Pienso lo suficiente como para saber que es un melodrama que goza de una actuación espléndida de Barbara Stanwyck, pero que, desafortunadamente, no se quita de encima una trama artificiosa que menudo debilita las inconsistencias de su asunto social sobre clase, maternidad y divorcio, quedando en un extraño lugar donde lo único que reina en cada escena es una rutina de encuentros familiares que no van a ninguna parte en específico. El argumento se sitúa en el año 1919 en Massachusetts y tiene como protagonista a Stella, una mujer de clase trabajadora que, tras casarse con el adinerado Stephen Dallas, pronto descubre que no encaja en el mundo refinado de su esposo y, después del nacimiento de su hija, con el paso de los años lucha por mantener su estatus como madre devota a pesar de las limitaciones económicas y sociales que enfrenta luego de separarse de su marido sin divorciarse; donde su mayor sacrificio es renunciar a su hija para que ésta tenga una vida más privilegiada. En términos generales, la narrativa tiene un arranque bienintencionado que saca su grado de coherencia interna en la síntesis discursiva que, lejos de la delgada línea maniquea, examina la condición socioeconómica de una madre que rechaza las normas del matrimonio y la responsabilidad materna para satisfacer de manera egoísta la necesidad arribista de trepar a como dé lugar en la esfera de las clases sociales, aunque en su afán por llegar a esa posición solo encuentra la desdicha de rodearse con la gente equivocada. El problema fundamental, sin embargo, es que el texto se vuelve maniqueísta cuando habla del castigo que recibe una mujer divorciada por no ajustarse a los valores matrimoniales comúnmente aceptados en una sociedad católica gobernada por la legión moral de la decencia. Además, el material permanece situado en una zona de confort que, dicho se de paso, reduce las acciones de los personajes a conversaciones melodramáticas, donde nunca se le añade algo de sustancia más allá de las descripciones superfluas del guion que mantienen el abanico de situaciones en un epicentro de sentimentalismo excesivo. Desde la exagerada caracterización de Stella como una mujer incapaz de refinarse hasta la resolución final, observo que hay una falta de naturalidad en el desarrollo emocional de los personajes. Los momentos dramáticos se sienten apresurados, novelescos, como si las escenas estuvieran preparadas para provocar lágrimas fáciles, en lugar de una reflexión sincera sobre los sacrificios maternos. Esto solo consigue que me canse de las discusiones de la madre con su hija, de la impertinencia del oportunista vulgar que se llama Ed, de los momentos de felicidad del esposo honesto que tiene la vida resuelta con la viuda adinerada. La interpretación de Stanwyck me resulta convincente cuando ejerce su registro expresivo para mostrar con matices el comportamiento de una madre castigada por sus aspiraciones sociales que se miente a sí misma y, en apariencia, fabrica mentiras para ilusionar a su hija con un bienestar falso que se distancia de la ética maternofilial, a pesar de que en algunas escenas su horizonte escandaloso pierde el rastro de autenticidad. Destaco, por último, que Vidor demuestra su habilidad como esteta para dimensionar el conflicto con algunos hallazgos visuales que son interesantes en un par de planos fotografiados con la lente de Rudolph Maté. Esto puede verse aceptable en la envoltura del producto, pero a ratos salgo con la sensación de que no logra superar las debilidades argumentales. Su enfoque excesivamente melodramático y, ante todo, su postura acrítica sobre los roles tradicionales del matrimonio termina siendo para mí una especie de caricatura estereotipada sobre el sacrificio materno, incluso cuando la música de Alfred Newman me pide a gritos que derrame alguna lágrima.
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Ficha técnica
Título original: Stella Dallas
Título original: Stella Dallas
Año: 1937
Duración: 1 hr. 46 min.
País: Estados Unidos
Director: King Vidor
Guion: Victor Heerman, Sarah Y. Mason
Duración: 1 hr. 46 min.
País: Estados Unidos
Director: King Vidor
Guion: Victor Heerman, Sarah Y. Mason
Música: Alfred Newman
Fotografía: Rudolph Maté
Reparto: Barbara Stanwyck, Anne Shirley, John Boles, Alan Hale
Fotografía: Rudolph Maté
Reparto: Barbara Stanwyck, Anne Shirley, John Boles, Alan Hale
Calificación: 5/10
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