El rostro ajeno es una película a la que me acerco, supongo, por mi afán de examinar la filmografía de Hiroshi Teshigahara y la estética rupturista del cine de la Nueva ola japonesa. Previo al visionado de dos largas horas, había escuchado cosas muy entusiastas de gente que la considera algo fuera de serie en el cine japonés. Pero, desagraciadamente, la sensación que me provoca es cercana a la de aquellas personas que la recibieron con tibieza en el momento de su estreno. Diría que la película de Teshigahara tiene una estética densamente ajustada, que sirve como síntesis discursiva para interrogar los claroscuros alienantes de la modernidad en la sociedad japonesa posguerra, pero su narrativa errática carece de algún componente que sea debidamente estimulante, permaneciendo muchas veces en una zona de confort que ahoga el potencial de Tatsuya Nakadai en una marea de diálogos pretenciosos. El argumento trata sobre Okuyama, un ingeniero que cubre su cabeza con vendajes luego de sufrir quemaduras en la cara durante un accidente en el trabajo, donde se distancia del matrimonio infeliz que lleva con su esposa y, dicho sea de paso, se somete al experimento facial de un psiquiatra que produce una máscara en su laboratorio para que pueda cubrir su rostro desfigurado. En términos generales, la narrativa tiene un arranque original que se construye sobre algunas de las fórmulas de la ciencia-ficción y el drama psicológico, en la que un personaje se somete por voluntad propia a un experimento científico para curar las heridas abiertas de su existencia. En una primera mitad, muestra a Okuyama como un hombre solitario que habla consigo mismo y se aísla de la esposa que lo rechaza por su condición física para lidiar con la frustración de perder toda su carrera por culpa de su rostro desfigurado, donde siente los prejuicios mientras busca un apartamento para su ostracismo y consulta al doctor que le propone crear una máscara prostética. En la segunda, presenta a Okuyama como un nuevo burgués que trata de integrarse a la sociedad con el rostro de otro y experimenta los efectos secundarios de la máscara que alteran su comportamiento hasta desechar su moralidad, mientras oculta su verdadera identidad y se dispone a seducir a su esposa para probar su brújula de fidelidad. El problema, no obstante, es que los personajes apenas cumplen con una función descriptiva para estirar las escenas, y reducen sus acciones a unas conversaciones anodinas que solo sirven como excusa para banalizar un discurso sociopolítico. Con el dilema de Okuyama, Teshigahara edifica un texto que, por la parte obvia, cuestiona la infidelidad, la obsesión y el prejuicio social; pero que, por el lado más soterrado, interroga la alienación del individuo japonés, entendido ahora como la falta de libertad de un sujeto moralmente alienado por esa modernidad que lo despoja de cualquier rastro de humanidad, donde lo único que le queda, simbólicamente, es llevar una máscara para rechazar los valores occidentales establecidos por la sociedad del consumo y el capitalismo deshumanizante que convierte todos sus integrantes en autómatas con la misma cara. A modo subtextual, Teshigahara también examina, a través de la historia paralela de una mujer pobre con el rostro desfigurado, la discriminación, la incertidumbre y el rechazo social de los sobrevivientes de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki que son conocidos como "hibakusha". Lejos de esta crítica prefabricada, encuentro algo de autenticidad en la actuación de Nakadai, que se vale de su presencia física y del maquillaje prostético sobre su cara para transmitir la apariencia siniestra de su personaje. También me resulta interesante la manera en que Teshigahara dimensiona la psicología del protagonista a través del uso consistente del sobreencuadre, el primer plano, la elipsis, el sonido diegético, el plano congelado, el desencuadre, las atmósferas urbanas y algunas modalidades del encuadre móvil que agregan elegancia a la puesta en escena. La música de Tōru Takemitsu, de igual forma, es integrada con consistencia en algunas escenas. Todo lo demás me parece un experimento inacabado y algo regular sobre la pérdida de identidad.
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Ficha técnica
Título original: The Face of Another (Tanin no kao)
Año: 1966
Duración: 2 hr. 04 min.
País: Japón
Director: Hiroshi Teshigahara
Guion: Kôbô Abe
Música: Tôru Takemitsu
Fotografía: Hiroshi Segawa
Reparto: Tatsuya Nakadai, Machiko Kyô, Mikijiro Hira, Kyôko Kishida
Calificación: 6/10
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