Crítica de la película «Hannibal» (2001)

Hannibal
Hannibal es una película de Ridley Scott a la que me acerco, dicho sea de paso, para tratar de recompensar la asignatura pendiente que comenzó con una cantidad considerable de visionados esporádicos en televisión por cable durante varios años después de su estreno. Lo que encuentro en las dos horas que dura, no obstante, es una extraña sensación de abulia que me obliga a pensar de inmediato que se trata de un thriller convencional, el cual abandona toda tensión con su trama previsible y, además, derrama la poca sustancia que tiene como la sangre de las víctimas del Dr. Lecter a la hora de la cena. Su argumento, situado varios años después de los acontecimientos de El silencio de los corderos (Demme, 1991), presenta de nuevo a la agente del FBI Clarice Starling, en los tiempos en que es contactada por un multimillonario desfigurado que resulta ser la única víctima superviviente de Hannibal Lecter, con la finalidad de colaborar con él para capturar, torturar y matar al asesino en serie caníbal que ha estado desaparecido en el anonimato; mientras paralelamente Lecter lleva una vida acomodada en Italia asumiendo una identidad falsa y es perseguido por un inspector florentino que busca atraparlo para cobrar la recompensa. En general, la narrativa tiene un arranque mesurado que despierta mi interés cuando sigue al pie de la letra el manual básico de suspenso policial, en el que los policías investigan el paradero del asesino mientras analizan la evidencia para elaborar un plan en la oficina adornada de pistolas, cigarrillos y archivos. Sin embargo, lo que promete ser un banquete termina siendo una cena desaborida en la que los ingredientes más esenciales quedan sobrecocinados y no tienen el mismo sabor que la predecesora. La trama se siente como una serie de episodios desconectados que, en su ausencia de intriga psicológica, mantiene a los personajes suspendidos en una inercia de situaciones calculadas, donde todo luce demasiado colocado para que el psicópata inmoral descuartice a los malos con su cuchillo y escape con facilidad para apaciguar la obsesión que tiene por la oficial que ama en secreto. Scott opta por un enfoque sensacionalista que suele reducir su aparato de acción a escenas de diálogos erráticos que solo sirven como excusa para escenas de violencia gráfica que no aportan nada significativo a la historia en su semblate de gratuidad, a pesar de que su síntesis discursiva se construye sobre la base de un comentario que interroga la ética policial, la corrupción burocrática y el amor imposible entre dos personas en espectros opuestos de la ley. Su presentación de Hannibal lo muestra como un hombre obsesionado por una mujer a la que se niega a poseer porque se halla en el lado correcto de la justicia (se entiende que, en términos ético-morales, Lecter solo se come las tripas de los corruptos). En este sentido, al menos, me parece creíble la interpretación de Anthony Hopkins cuando utiliza su retórica sofisticada y la mirada fría para ponerse en la piel de un asesino intelectual que disfruta comerse a los malvados, alcanzando su cuota iconográfica en el clímax de la cena en que se come los sesos de Ray Liotta. Su perversidad solo se ve trivializada por un guion que desperdicia su potencial cuando cruza de una escena a otra. Este mismo inconveniente sucede con el rol de Julianne Moore, que intenta llenar el vacío dejado por Jodie Foster con una versión de Starling que carece de la vulnerabilidad y de la inteligencia feroz que la hicieron tan memorable en la antecesora, quedando en un sitio superficial y carente de pulso psicológico. Lo más frustrante, en resumen, es cómo traiciona el legado de la anterior, con esa estética de telefilme en la que Scott entrega un espectáculo artificioso y grotesco que apela más a lo visceral que a lo cerebral. Su secuela me resulta desabrida y estoy seguro de que, irónicamente, ni siquiera Hannibal Lecter se la serviría como plato frío.

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Ficha técnica
Título original: Hannibal
Año: 2001
Duración: 2 hr. 11 min.
País: Estados Unidos
Director: Ridley Scott
Guion: David Mamet, Steven Zaillian
Música: Hans Zimmer
Fotografía: John Mathieson
Reparto: Anthony Hopkins, Julianne Moore, Gary Oldman, Ray Liotta, Giancarlo Giannini
Calificación: 5/10

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