Crítica de la película «La calle» (1923)

La calle

La calle es una película muda poco conocida del cineasta alemán Karl Grune, que durante muchos años se creía perdida cuando se hacía referencia a ella como una de las primeras cintas "callejeras" del cine expresionista alemán, a pesar de que existen copias distribuidas por Transit Film que llegan hasta nuestros días y que he podido ver, supongo, por esos valientes corsarios de la Internet que no descansan para que el conocimiento sea divulgado hasta los lugares más desconocidos. La impresión que me llevo de ella, dicho sea de paso, no es exactamente lo que esperaría de las películas más emblemáticas del expresionismo alemán. En apenas hora y media, Grune la concibe como un retrato lóbrego de la sociedad alemana posguerra a través de atmósferas urbanas que metaforizan sobre el caos de las calles la decadencia moral de ciertos ciudadanos berlineses, pero, desgraciadamente, su narrativa es previsible y está poblada de personajes de una dimensión, de los que no puedo extraer nada porque apenas sirven de suplemento para las descripciones obvias del guion. Su argumento se sitúa en una noche cualquiera del Berlín de los años 20, y el protagonista es un hombre ocioso de mediana edad que, absorbido por el vacío existencial ocasionado por el desempleo y el matrimonio con su esposa, se siente atraído por las sombras de la vida nocturna y sale a las calles de la ciudad que lo miran de lejos, donde de pronto se encuentra secuestrado por los vicios cuando se rodea de ladrones, prostitutas y gente de dudosa reputación. En términos generales, la narración en principio es algo interesante porque se esboza sobre algunas de las características habituales del cine expresionista alemán al mostrar las peripecias de un hombre honesto ensombrecido por la podredumbre moral de su entorno. Por una parte, muestra el descenso al abismo del funcionario cuando es seducido por una prostituta de mala muerte que lo conduce hasta el baile de una fiesta, en el que luego cae engañado en las apuestas de un juego de cartas. Por la otra, paralelamente, presenta la desdicha del ciego que vive con un niño que busca al padre que lo abandonó para seguir con su negocio (como proxeneta). El problema que observo, no obstante, es que la fábula moral de estos noctámbulos transita por una zona de facilismos en la que, por lo regular, los personajes carecen desarrollo psicológico más allá de la síntesis descriptiva y sus acciones se distribuyen en una serie de situaciones superfluas que no tienen pozo dramático, además de que el asunto está estructurado sin un ritmo que sea cohesivo estableciendo el aparato de conflicto. Esta ausencia de cohesión, prolongada por la necesidad de unificar de forma apresurada las motivaciones de los distintos personajes, me produce una sensación de despiste que me quita todo el interés depositado por ellos. Los personajes solo funcionan como unos autómatas que, en su manufactura teatral, elaboran un comentario social de la crisis moral que atraviesa la nación alemana después de las secuelas de la guerra, pero entendido sobre la condena de un hombre que pierde todos sus valores morales y cae en desgracia cuando se deja absorber por la gleba adicta a la nictofilia, donde la calle simboliza la corrupción de una sociedad moralmente descompuesta. A pesar de los tropiezos argumentales, Grune adopta un enfoque predominantemente visual y se despoja de los intertítulos para encuadrar el material con algunos componentes estéticos que me llaman la atención, entre los que se hallan el primer plano, la sobreimpresión, el plano subjetivo, la iluminación expresionista y, sobre todo, el gran plano general que capta las avenidas caóticas que están frecuentemente pobladas por peatones, carretas y autos. Su poética de lo urbano parece casi como una pesadilla, pero, francamente, no es suficiente para sacar del hueco a unos personajes que se caen en la alcantarilla.


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Ficha técnica
Título original: The Street (Die Straße)
Año: 1923
Duración: 1 hr. 29 min.
País: Alemania
Director: Karl Grune
Guion: Karl Grune, Carl Mayer, Julius Urgiss
Música: N/A
Fotografía: Karl Hasselmann
Reparto: Eugen Klöpfer, Aud Egede Nissen, Anton Edthofer, Max Schreck
Calificación: 5/10

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