Crítica de la película «Marnie, la ladrona» (1964)

Marnie, la ladrona
Tras pasar unas cuantas temporadas sin acceder al cine de Alfred Hitchcock, retomo su filmografía con el visionado de Marnie, una película de su última etapa en la que recupera su obsesión por la poética de la identidad para narrar, supongo, el laberinto psicológico de una rubia atormentada. Las más de dos horas que dura me convencen de que, en efecto, es un melodrama que arranca con cierto suspenso psicológico al construir su misterio con una sólida actuación de Tippi Hedren, pero que, extrañamente, se vuelve irremediablemente aburrido en su trama sobre posesión, identidad y mentiras, donde a partir de la segunda mitad tengo la sensación de que el barullo se estira sin necesidad en un epicentro de conversaciones insustanciales que me hacen cuestionar, en más de una ocasión, el guion de Jay Presson Allen. El argumento se sitúa en Filadelfia y sigue la existencia de Marnie, una ladrona compulsiva que asume la identidad falsa de una secretaria para robar miles de dólares de las cajas fuertes de las empresas en las que suele trabajar; pero cuya actividad delictiva se detiene cuando es contratada por Mark Rutland, el viudo adinerado con el que termina casándose y con el que, además, descubre una forma de enfrentar los miedos de su pasado. En general, la narrativa tiene un arranque que me resulta atrapante, entre otras cosas, por la manera en que el misterio se instrumentaliza sobre la personalidad de Marnie y las interrogantes psicoanalíticas que solidifican sus traumas. Hitchcock la muestra, en una primera mitad, como una cleptómana histérica, sinuosa, desconfiada, que proviene de un hogar disfuncional con la madre distante y que, además, encuentra en el matrimonio con Mark una especie de terapia para calmar sus impulsos y el miedo a ser tocada por los hombres. El problema fundamental, a pesar de la textura psicológica de la protagonista, es que la trama, a partir de la segunda mitad, permanece situada en una inercia de situaciones predecibles y hasta aburridas, que coloca a los personajes en discusiones melodramáticas que no van a ninguna parte en específico. La redundancia narrativa se prolonga entre las escenas del galán que custodia los delirios de su amada rubia para que no vuelva a robar; los celos y las sospechas de la hermana de la difunta esposa; la luna de miel en la que la ladrona se resiste al deseo sexual en la intimidad física con su esposo; los coloquios a puerta cerrada en el coche o en la mansión; los ataques de pánico a la hora pautada que conducen a las inclinaciones suicidas. La estructura circular se repite inútilmente hasta que solo queda el vacío de pulso emocional y la ausencia de suspenso. La actuación de Hedren, por lo menos, ofrece algunos momentos de credibilidad cuando emplea su mirada, los gestos y su voz delicada para comunicar la psicología de una cleptómana traumatizada. Esta tiene algo de química al lado de Sean Connery, a pesar de que el personaje de este carece de matices como el hombre rico y posesivo. Con esta dupla, Hitchcock elabora un comentario sobre la sexualidad reprimida que, dentro de sus obviedades, se entiende como el sufrimiento intrínseco de una mujer de comportamiento obsesivo, que se refugia en la cleptomanía para negar las trampas de un pasado manchado por el asesinato, la pérdida de la inocencia y la violencia doméstica. Hitchcock intenta profundizar en este asunto al recurrir a artilugios estéticos como la elipsis, el uso del color rojo, el primer plano, el sonido diegético, el sobreencuadre, el plano-contraplano y, ante todo, la utilidad recurrente del plano subjetivo que funciona para reflejar la mirada que encierra los sentimientos interiores de la cleptómana. También se preocupa por añadirle elegancia a los escenarios. Y la música melódica de Bernard Herrmann es integrada con consistencia. Sin embargo, a este thriller melodramático, por lo regular, le faltan las revelaciones de sus mejores trabajos.

Streaming en:



Ficha técnica
Título original: Marnie
Año: 1964
Duración: 2 hr. 10 min.
País: Estados Unidos
Director: Alfred Hitchcock
Guion: Jay Presson Allen
Música: Bernard Herrmann
Fotografía: Robert Burks
Reparto: Tippi Hedren, Sean Connery, Diane Baker, Martin Gabel, Louise Latham
Calificación: 5/10

0 comments:

Publicar un comentario