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Wicked, Jon M. Chu adapta el primer acto de la famosa obra de teatro musical de Broadway de Stephen Schwartz y Winnie Holzman, supongo, para reacondicionarla a los tópicos sociales de urgencia progresista que suele preocupar a la élite de Hollywood. Las casi tres horas de metraje que tiene me induce a pensar, entre otras cosas, que toda esa aclamación que ha tenido desde su estreno no es más que una fabricación con fines mercadológicos porque, francamente, es un musical fantasioso que nunca desafía la gravedad con su ausencia de magia y permanece, por lo regular, en una superficie plana que barre consigo coreografías insulsas y canciones olvidables que solo buscan ser un vehículo de lucimiento de Cynthia Erivo y Ariana Grande. La historia, narrada desde la perspectiva de Glinda la Buena cuando esta celebra la muerte de la Bruja Malvada del Oeste a manos de "una niña", cuenta los orígenes de la bruja cuando esta era conocida como Elphaba Thropp, una joven con habilidades mágicas incontrolables que es condenada al ostracismo por su propio padre a causa del color verde de su piel, mientras defiende a la hermana menor discapacitada y lucha por adaptarse como estudiante en una universidad de hechicería en la que choca con la frívola Galinda Upland. En términos generales, la fábula se estructura sobre las bases convencionales del musical fantástico, en la que las canciones cantadas por los personajes principales funcionan como una especie de catarsis para revelar los conflictos internos y los dilemas morales que impulsan sus motivaciones personales. El problema fundamental, sin embargo, es que los personajes carecen de un desarrollo conciso y, en general, sus acciones se reducen a diálogos inanes a puerta cerrada y a una serie de situaciones redundantes que nunca abandonan el lado previsible cuando las protagonistas cantan las obviedades contenidas en las líricas de las canciones. De esta manera, solo recibo el material con una abulia que se prolonga cuando observo la amistad entre las dos hechiceras opuestas; las inquietudes en la clase de una cabra parlante; el triángulo amoroso con el estudiante principesco; el baile estudiantil en una fiesta donde Elphaba es ridiculizada por su sombrero; la visita a la Ciudad Esmeralda de Oz. Aunque posee cierto grado de ritmo, la narrativa se siente excesivamente introductoria. Y me da la sensación de que dedica una cantidad considerable de tiempo a la caracterización de los personajes, sospecho, con la única finalidad de sintetizar un comentario social bastante obvio sobre la aceptación, el prejuicio y la discriminación desde el horizonte del feminismo militante, pero entendido ahora como el empoderamiento de una mujer que utiliza el poder del altruismo para luchar contra diversas formas de discriminaciones en una sociedad totalitaria que castiga y excluye a las minorías sin representación que no se adaptan a las normas establecidas. Esta síntesis discursiva, dentro de su esquema de insistencia progresista, me parece que pierde el enfoque porque subraya el mensaje buenista sobre inclusión de una forma apresurada que nunca escapa de la condescendencia calculada ni de la corrección política, con una fragancia woke que es innecesariamente didáctica cuando abusa de las metáforas para arrojar advertencias sobre la discriminación racial y los derechos de los animales. En este sentido, la interpretación de Erivo como Elphaba es, por lo menos, algo decente cuando emplea sus gestos, la mirada y el rango de su voz para capturar el sufrimiento intrínseco de la bruja malévola que anhela llenar el vacío afectivo. Grande, por el contrario, es demasiado superflua como la bruja caprichosa. Ambas son encuadradas por Chu en una puesta en escena que se destaca, ante todo, por los escenarios ampulosos, el trabajo de maquillaje y el diseño de vestuario que agrega autenticidad a los elementos fantásticos que expone. Aunque este se preocupa de que las secuencias de canto y baile sean técnicamente competentes, encuentro, por desgracia, que su afán por conformarse con replicar la fórmula teatral mantiene su musical inclusivo en una zona de confort en la que no hay emoción ni sorpresas.
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Ficha técnica
Título original: Wicked
Año: 2024
Duración: 2 hr. 40 min.
País: Estados Unidos
Director: Jon M. Chu
Guion: Winnie Holzman, Dana Fox
Música: Stephen Schwartz, John Powell
Fotografía: Alice Brooks
Reparto: Cynthia Erivo, Ariana Grande, Jonathan Bailey, Michelle Yeoh, Jeff Goldblum
Calificación: 5/10
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