En El cuento de los cuentos, el director italiano Matteo Garrone recupera algunos rastros de su poética de la fábula para adaptar, entre otras cosas, la homónima colección de cuentos de hadas napolitanos del siglo XVII del poeta y cortesano italiano Giambattista Basile. Lo que observo en sus imágenes me induce a pensar que Garrone se preocupa por añadirle autenticidad al vestuario y los decorados, pero los tres cuentos fantásticos carecen de gracia y se tornan irremediablemente aburridos en su sentido de ironía macabra, durante dos largas horas en las que el metraje se estira innecesariamente sin ningún propósito en específico. La historia se divide en tres fábulas separadas por tiempo y espacio. En la primera, una reina que no puede concebir hijos queda embarazada tras comer el corazón de un dragón marino extirpado por el rey y cocinado por una cocinera virgen, donde alcanza cierta felicidad al criar a un príncipe con el pelo blanco que, irónicamente, también tiene como gemelo al otro hijo de la cocinera pobre; algo que despierta en ella un sentimiento de rechazo cuando ve que los dos se tratan como si fueran hermanos inseparables que se intercambian los roles. La segunda tiene como protagonista a un lujurioso rey que se acuesta con todas las mujeres de su reino para satisfacer sus placeres, pero cuyo destino lo lleva a estar intrigado por el sonido del canto celestial de una mujer a la que corteja fuera de su casa sin saber, dicho sea de paso, que ella es una de dos hermanas mayores que viven como ancianas recluidas. En la tercera, el rey de un castillo ubicado en un desierto se obsesiona con una pulga gigantesca que esconde en su habitación como mascota y la que lo obliga, más adelante, a ofrecer en matrimonio a su hija al primera hombre que adivine la piel del bicho. Estos relatos están adornados con una extraña mezcla ironía, caos y tragedia, bajo los efectos comunes del cine fantástico. Sin embargo, en la superficie los personajes carecen de un desarrollo que los aleje de los estereotipos caricaturescos y, en términos generales, sus acciones se reducen a una serie de situaciones banales carentes de encanto que me hacen sospechar, en más de una ocasión, del blandengue guion. Los diálogos a puerta cerrada y la acumulación de conflictos nimios se torna excesivamente larga. Simplemente me canso de mirar la desdicha de la reina que persigue al vástago que desaparece con el gemelo bastardo; la lujuria del rey que se casa con la anciana que recobra la belleza al convertirse en una joven; la obsesión del rey que, desde su trono, entrega a su hija a un ogro feo que adivina la procedencia de la piel de su pulga muerta. El barullo, en su síntesis discursiva, elabora un comentario social que interroga, desde la dialéctica de los caprichos humanos, los dilemas que surgen del poder, el deseo, la juventud, la maternidad y la vejez.; con ligeros subtextos que apuntan a las diferencias de clases sociales como causa principal de ciertos prejuicios. Las actuaciones del reparto encabezado por Salma Hayek, Vincent Cassel y Toby Jones me resultan olvidables. Pero consigo subrayar, por lo menos, los valores de producción que se encuentran presentes en el vestuario, el maquillaje prostético, la auténtica reproducción de la época y los efectos especiales con los que se renderiza a los monstruos mitológicos. La banda sonora de Alexandre Desplat tiene, de igual forma, algunas melodías que se integran con consistencia en algunas escenas. Todo lo demás, en su registro rebuscado de fantasía, me provoca una sensación de letargo a medida que se extiende sin razón, como aquel cuento de nunca acabar.
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Título original: Tale of Tales (Il racconto de racconti)
Duración: 2 hr. 14 min.
País: Italia
Director: Matteo Garrone
Guion: Matteo Garrone, Edoardo Albinati, Ugo Chiti, Massimo Gaudioso
Fotografía: Peter Suschitzky
Reparto: Salma Hayek, Vincent Cassel, Toby Jones, John C. Reilly, Bebe Cave, Alba Rohrwacher
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